viernes, 20 de abril de 2007

Sociologia 2

Sesión Nº 2

I.- Tema: Orígenes de la sociología

II.- Objetivos:

1.- El surgimiento del positivismo y sus principales exponente en la sociologíaAugusto Comte, Emilio Durkheim, y Herbert Spencer

III.- Despliegue temático

Positivismo

En el contexto de esta modernidad tardía surge el positivismo, que tiene un relevante impacto en amplias esferas del conocimiento, por cierto en la ciencia y la epistemología. Se ha definido al positivismo, de un modo general, la posibilidad de obtener un conocimiento que se acumula y progresa de modo continuo, aunque dentro de lo que comúnmente se denomina positivismo se pueden reconocer diferentes posiciones, lo central está dado por cuatro características que lo constituyen, éstas son:

a.- Monismo metodológico. Las ciencias se constituyen como tales en cuanto aplican el método científico, el único capaz de garantizar la validez de una explicación. Los objetos de estudio, y no los métodos utilizados son lo que definen y diferencian a las distintas ciencias.

b.- El método de las ciencias naturales exactas es el método de las ciencias positivas. Para Comte no bastaba con buscar la unidad de las ciencias a través del método, era necesario que la sociología y cualquier ciencia que pretendiera tal estatus se ajustará el esquema metodológico desarrollado por las matemáticas o la astronomía (deducción, experimentación, observación, explicación).

c.- Explicación causal, como la explicación científica. La meta de la ciencia es entregar leyes que den cuenta, mediante relaciones de causa-efecto entre los fenómenos, del por qué de los hechos. A partir de la manipulación y observación sistemática de fenómenos particulares es posible establecer las regularidades en los hechos, derivando así las leyes.

d.- Interés por el control y dominio de la naturaleza. Conocidas las regularidades en los fenómenos, el ser humano adquiere la capacidad de anticiparlo y gobernarlos. El mundo deja de depender de los designios sobrenaturales, para comenzar a supeditarse a la sociedad y su racionalidad.

El positivismo evidentemente tenía mucha afinidad con las promesas de la modernidad, en la medida que la emancipación social parecía estar a la mano de toda la humanidad, pero los sucesos que ocurrieron en los primeros cincuenta años del siglo XX (dos guerras mundiales) ofreció más de una duda acerca del progreso y orden inexorable por el que estarían atravesando toda la humanidad, comandados por el establecimiento de la razón, que propendía a un mundo de emancipación social. El movimiento, eso si, fue contradictorio, pues, junto con un énfasis en el cuestionamiento de la situación por la que pasaban las sociedades, conocido por su intención desfundamentadora, promovida por una filosofía y una epistemología que ponía en cuestión las certidumbres de la modernidad y del mundo occidental, se instalaba, también, una nueva versión del positivismo, con un marcado predominio en componentes de la lógica.

Augusto Comte (1798 - 1857)

Comte se relacionará con el positivismo cuando en su filosofía o sociología intenta buscar las leyes invariantes del mundo natural y social, sobre la base que se supone que la ciencia es una acumulación continua y progresiva de conocimientos, cuyo fin social es el orden y el progreso, la emancipación.

Comte designa como sociología lo que anteriormente se denominaba física social, apoyado en el positivismo, se imaginó a la sociología como la ciencia que permitiría conocer, interpretar y adecuar el mundo social a las necesidades de orden y progreso, frente al desorden, caos moral y político que reinaba en Francia y en toda Europa, debido a la Revolución Francesa.

Existía también lo que Comte denominaba anarquía intelectual, la cual ocurría debido a que estadios diferenciados, productos de filosofías incompatibles (la teología, la metafísica y la positiva) convivían en un mismo instante, sin que se produjera la hegemonía, el dominio de unos sobre otros. Esta coexistencia producía la generación de esquemas subversivos en la sociedad. Desde su punto de vista, la teología ofrecía un sistema de orden, pero no permitía el progreso, ya que consistía en un sistema estancado. La metafísica, por su parte, permitía el progreso pero no permitía el orden, debido a que Comte la asociaba a la anarquía de su tiempo, en que las cosas cambiaban en forma confusa, desordenada y rápidamente. Debido a la coexistencia de la teología y la metafísica, junto al positivismo, los tiempos, para él, se caracterizaban por el desorden y la ausencia de progreso.

El positivismo era el único sistema capaz de garantizar el orden y el progreso, pero para ello debía constituirse en una idea dominante (las ideas gobiernan al mundo, dirá Comte y la única posibilidad de que se logre estabilidad, es que sobre ese mundo prime el positivismo. Para poder ordenar los social Comte establece la ley de los tres estadios, él planteaba que el proceso de madurez de la persona, todas las ramas del conocimiento y la historia del mundo, atraviesan por tres estadios. Cada uno de ellos implicaba la búsqueda, por parte de los seres humanos, de una explicación de las cosas que ocurrían y le rodeaban.

a.- Estadio Teológico.

En este estadio la mente humana busca la naturaleza esencial de las cosas, particularmente su origen (¿de donde proviene?) y su propósito (¿para qué existen?). Esta situación para Comte termina desembocando en la búsqueda del conocimiento absoluto. Se supone, en este estadio, que son fuerzas o seres sobrenaturales (dioses) quienes crean y regulan los fenómenos y quienes les asignan sus propósitos. Permitía el orden pero no el progreso pues, si todo había sido creado por entes sobrenaturales ¿Cómo se podía modificar el actual estado de las cosas? Comte, en esta etapa, incluye distintas manifestaciones, existe el fetichismo (el culto a objetos, como el Tótem por ejemplo), el politeísmo (la adoración de varios dioses), y en el último lugar de este estadio, ubica al monoteísmo (la adoración de una divinidad que lo explica todo).

b.- Estadio Metafísico.

Para Comte es el estadio menos importante de los tres. Se trata de un estadio transitorio entre lo teológico y el positivo. En este estadio las fuerzas abstractas sustituyen a los seres sobrenaturales para explicar la causa original y los propósitos del mundo. Es la creencia en la fuerza misteriosa de la naturaleza lo que permite explicar el por qué de las cosas. Si se intenta explicar, por ejemplo, el ascenso del agua por una bomba, se atribuye al horror al vacío de la naturaleza.

c.- Estadio Positivo.

Es el estadio final y el más importante para Comte. En él las personas abandonan su infructuosa búsqueda de la causa original. Lo único que conocemos, dirá Comte, son los fenómenos en sí y la relación entre ellos, no su naturaleza esencial, ni sus causas últimas. Las personas deben abandonar las ideas no científicas, como las sobrenaturales y las fuerzas misteriosas, y centrarse en la búsqueda de las leyes naturales invariantes que gobiernan todos los fenómenos. Es la vinculación de los fenómenos aislados a un hecho general lo que preocupa a Comte.

Comte, cuando establece las principales preocupaciones de la sociología, la va a dividir en dos tipos de estudios de la sociología, al primero le va a llamar como una sociología de la estática social y, al otro, una sociología de la dinámica social.

a.- Estática Social.

Se considera como la investigación de las leyes que gobiernan la acción y la reacción de las diferentes partes del sistema social. Comte veía a la parte y al conjunto del sistema social en un estado de armonía, por ello se trataba de un modelo ideal del mundo social en un momento determinado. Para construir un modelo el sociólogo debe, al menos con fines analíticos, detener el tiempo. Dentro del sistema social, el individuo constituye una fuente principal de energía, es el predominio del efecto o la emoción en el individuo lo que da energía y dirige las necesidades intelectuales de las personas. Esta energía se obtenía de las formas inferiores que dominaban al individuo (el egoísmo), pero lo ideal era que esa energía fuera canalizada y esto se lograba con el predominio del altruismo.

Escribe Comte: “Nuestras facultades intelectuales, tras ser derrochadas en desenfrenadas extravagancias, caerían inmediatamente en una indolencia incurable, nuestros sentimientos más nobles serían incapaces de evitar la influencia de los bajos instintos, y nuestra intimidad se abandonaría a una agitación carente de sentido (…) Nuestras preferencias serían tan heterogéneas y tan sumamente bajas, que nuestra conducta sería incoherente e inestable (…) sin las restricciones externas, todas las deliberaciones de la razón serían confusas y carecerían de propósito”.

Y Comte concluía: “Esta necesidad de amoldar nuestros actos y nuestros pensamientos a una necesidad del exterior, lejos de obstaculizar el verdadero desarrollo de nuestra naturaleza, constituye la primera condición general del progreso hacia la perfección del hombre”.

Dentro de la estática social, Comte señala que conviven dos principios, el subjetivo y el objetivo. El subjetivo, cuando predomina, implica la subordinación del intelecto al corazón, mientras que el objetivo, cuando es él el que predomina, entraña la necesidad inmutable del mundo exterior que realmente existe fuera de nosotros. El corazón (especialmente su egoísmo), que domina al intelecto, debe estar subordinado a las restricciones societales externas para que el otro aspecto del corazón (el altruismo) pueda triunfar.

Para constreñir el egoísmo de los individuos y sacar a la luz su altruismo, son necesarias las grandes estructuras sociales como la familia y la sociedad. Es por ello que, para Comte, es la familia, no el individuo, el pilar de la sociedad, son pequeñas sociedades, dirá Comte, las que forman los pilares naturales del conjunto de las sociedades. Metodológicamente un sistema sólo puede estar compuesto por unidades similares a él, que difieren sólo en tamaño. La más pequeña de estas sociedades es la familia, no sólo es el pilar de las sociedades sino que también cumplen la función de integración del individuo en ella, puesto que en su seno las personas aprenden a ser sociales, la familia es la escuela de la sociedad.

A pesar de esto Comte plantea que, siendo la familia la institución más básica y fundamental, la institución más importante era la religión, “la base universal de toda sociedad”. Comte establece que la religión tenia dos funciones centrales:

a.1.- Servia para regular la vida del individuo al reprimir su egoísmo y elevar su altruismo.

a.2.- Fomentaba las relaciones sociales entre las personas, sentando así, las bases para la formación de estructuras sociales mayores.

b.- Dinámica Social.

El objetivo de la dinámica social era el estudio de las leyes de sucesión de los fenómenos sociales. La sociedad se encuentra siempre en procesos de cambio, pero un cambio que se produce ordenadamente, de acuerdo con las leyes sociales. Se da un proceso evolutivo por el que la sociedad progresa de un modo constante hacia su último y armonioso destino, bajo las leyes del positivismo.

Comte señala lo siguiente, cuando habla hacia el futuro que evoluciona: “La vida del individuo, gobernada por los instintos personales; la vida doméstica, por los instintos simpáticos, y la vida social por el desarrollo especial de las influencias intelectuales, disponen los siguientes estados futuros de la existencia humana: el primero de todos es la moral personal, que supedita a la preservación del individuo a una sabia disciplina; el siguiente es la moral doméstica, donde se subordina el egoísmo a la solidaridad; y por último se tiene la moral social, que guía toda las tendencias del individuo de acuerdo con la razón ilustrada, teniendo siempre presente una economía general, de manera que se de la concurrencia de todas las facultades de la naturaleza humana de acuerdo con sus propias leyes.

La teoría comtiana de la evolución de la sociedad se basa en una teoría de la evolución de la mente a través de los tres estadios vistos anteriormente. Sostenía que él mismo había verificado esta ley analizando su propia mente, mediante la observación, la experimentación, la comparación y la investigación histórica. Pero, para llevar a cabo sus postulados, ¿en quién se apoyaría para poder concretar el estadio positivo? Comte empieza por excluir a las clases altas porque, en su opinión, eran siervos de las teorías metafísicas, eran demasiado interesados y se caracterizaban más que cualquier otro grupo social por su avaricia, ambición o vanidad. Tampoco esperaba ayuda de las clases media, que las veía demasiado interesadas en intentar ingresar a las clases altas.

Comte esperaba ayuda de tres grupos; los filósofos que ofrecían su intelecto, la clase trabajadora que proporcionaría la acción requerida y las mujeres que darían el efecto que se necesitaba. Él pensaba que la clase trabajadora, por su trabajo, tenía tiempo para pensar, que sus empleos no eran tan absorbentes como los de las personas de clases altas. Pero su mejor fortaleza era moral, los integrantes de la clase obrera tenían un mayor apoyo afectivo al hogar, modalidades más autenticas y elevadas de la amistad, respeto sincero y sencillo a sus superiores, una experiencia de miseria de la existencia que fomenta los impulsos solidarios y una gran propensión a sacrificarse rápidamente.

Sobre las mujeres pensaba que brindaban a la política la necesaria subordinación del intelecto al sentimiento social. Las mujeres constituyen el grupo más representativo del principio fundamental sobre el que descansa el positivismo; el triunfo de los impulsos sociales sobre los egoístas. A pesar de esto no creía en la igualdad de los sexos, defendía la idea de que el positivismo habría descubierto que los hombres debían mantener a las mujeres. Pero lo importante es que asignó un estatus similar a los sentimientos, al pensamiento y a la acción. Los sentimientos estaban destinados a guiar tanto al intelecto como a la actividad práctica. Es por ello que Comte se introdujo en la moralidad, entendida como el estudio del sentimiento en las ciencias positivas. La moral era, para él, el objetivo último de toda filosofía, y el punto de partida de toda política. Se situaba al centro de la relación teoría y práctica.





Emilio Durkheim (1858 – 1917)

a.- Hechos sociales.

Con el fin de de lograr que la sociología se alejara de la filosofía y de darle una identidad clara y particular, Durkheim afirmará que el objeto distintivo de la sociología debía ser el estudio de los hechos sociales. Dicho concepto tenía varios componentes pero lo fundamental era que los hechos sociales debían ser tratados como cosas, en esa medida se podían estudiar empíricamente, esto la diferenciaba de lo que hacía la filosofía, que tan solo era un permanente tejer y destejer de teoría. Además debían ser externos y coercitivos para el actor. Dichos hechos sociales podían ser de dos tipos:

a.1.- Los hechos sociales materiales.

Se caracterizaban por ser reales, en la medida que podían llegar a convertirse en un elemento del mundo exterior material, dentro de este tipo de hechos podemos señalar a:

- La sociedad

- Componentes estructurales de la sociedad (iglesia y estado, por ejemplo)

    - Componentes morfológicos de la sociedad (distribución de la población, formas y agrupación habitacional, etc.).

a.2.- Los hechos sociales inmateriales.

Estos hechos son fenómenos mentales, pero externos y coercitivos respecto a otros aspectos del proceso mental, tales como los psicológicos. Dentro de éstos se pueden destacar los siguientes:

- La moralidad.

- La conciencia colectiva.

- Las representaciones colectivas.

- Las corrientes sociales.

b.- La división del trabajo en la sociedad.

Durkheim basó su análisis en la división del trabajo social, en su concepción de dos tipos ideales de sociedad. Un tipo más primitivo, caracterizado por la solidaridad mecánica, en donde hay una mínima división del trabajo; otro más moderno, caracterizado por la solidaridad orgánica, en donde se aprecia una mayor división del trabajo. La división del trabajo en la sociedad es un hecho social material que indica el grado en que las tareas y las responsabilidades se han especializado. Dentro de la división del trabajo en la sociedad, podemos encontrar diversos componentes, para Durkheim los fundamentales eran los siguientes:

b.1.- Densidad dinámica.

Para Durkheim, la división del trabajo social era un hecho social material, puesto que constituía la principal pauta de interacción en el mundo social, otro hecho relevante era la densidad dinámica, que era la que permitía el paso de la solidaridad mecánica a la orgánica. Este concepto hace referencia a la cantidad de personas de una sociedad y el grado de interacción que se produce entre ellas. Ni el aumento de la población, ni el de la interacción constituye un factor relevante para el cambio societal. Un aumento de la cantidad de personas más un aumento de su interacción (eso es precisamente la densidad dinámica) conduce a la transición de la solidaridad mecánica a la orgánica dado que, si se produce simultáneamente, provocaron un aumento de la competencia por los recursos escasos y una lucha más intensa por la supervivencia entre los diversos componentes paralelos y similares en la sociedad primitiva.

El reconocimiento de la división del trabajo permite a las personas, y a las estructuras sociales creadas por ellos, cooperar en lugar de entrar en conflicto, lo que hace más probable, a su vez, la coexistencia pacífica. Además, el aumento de la división del trabajo produce una mayor eficacia, lo que produce un aumento de recursos que hace que más y más gente pueda vivir en paz.

b.2.- Anomia.

Muchos de los problemas que Durkheim se planteó se derivan de su preocupación por el debilitamiento de la moralidad común. Los individuos se enfrentan con la anomia cuando la moral no los constriñe lo suficientes; es decir cuando carecen de un concepto claro de lo que es una conducta apropiada y aceptable y de lo que no lo es. Durkheim creía que la división estructural del trabajo en la sociedad moderna era una fuente de cohesión que compensaba el debilitamiento de la moralidad colectiva. Sin embargo su argumento subrayaba que la decisión del trabajo no podía enderezar plenamente la relegación de la moralidad común, los individuos también pueden sentirse aislados y abandonarlos en la realización de sus actividades altamente especializadas. Es fácil que dejen de percibir un vínculo común con los que trabajan y vienen alrededor de ellos. Esta fragilidad y ruptura del vínculo colectivo es lo que produce, precisamente, la anomia.

b.3.- Conciencia Colectiva.

La lógica de su argumento es que el aumento de la división del trabajo (que se produce como consecuencia del aumento de la densidad dinámica) causa una reducción de la conciencia colectiva. Esta es mucho menos importantes en una sociedad con solidaridad orgánica que en otra con solidaridad mecánica.

En una sociedad caracterizada por la solidaridad mecánica, virtualmente la totalidad de la sociedad y de sus miembros comparten la misma conciencia colectiva; ésta se percibe con mucha intensidad y es extremadamente rígida; y su contenido es índole religiosa. En una sociedad con solidaridad orgánica la conciencia colectiva es de menor intensidad; no es demasiado rígida y su contenido queda bien definido porque la importancia del individuo se convierte en un precepto moral.

b.4.- Suicidio y corrientes sociales.

Durkheim destaca que las corrientes sociales desde el exterior pueden influir en cualquiera de nosotros, y nos pueden hacer perder el sentido o la calma, sin que nosotros lo queramos. Un tipo de corriente social analizado por él es el suicidio, al cual lo caracterizó de diversos modos, de acuerdo con un conjunto de condiciones que los caracterizaban. Durkheim vinculó, además, cada uno de los tipos de suicidio con el grado de integración y regulación de la sociedad en que aparecían. La integración hace referencia al grado en que se comparten los sentimientos colectivos, así un suicidio altruista, por ejemplo, se relaciona con un lato grado de integración, mientras que el egoísta se asocia a un grado bajo de integración. La regulación, se refiere al grado de constricción externo sobre las personas, así, por ejemplo, el suicidio fatalista está conectado con niveles altos de regulación, y el anómico, con bajos.

- El suicidio egoísta.

Las altas tasas de suicidio egoísta suelen encontrarse en aquellas sociedades, colectividades o grupos, en los que el individuo no está totalmente integrado en la unidad social global. Esta falta de integración produce un sentimiento de vacío y falta de significado en los individuos. Las sociedades con una conciencia colectiva fuerte y con corrientes sociales protectoras y envolventes, suelen impedir la propagación del suicidio egoísta, entre otras cosas debido a que proporcionan a las personas un significado en sus vidas. Cuando estas corrientes sociales son débiles, los individuos pueden fácilmente sobrepasar la conciencia colectiva y hacer lo que desean. Este egoísmo no reprimido suele desembocar en una gran insatisfacción personal, debido a que no todas las necesidades pueden satisfacerse, y las que quedan insatisfechas simplemente generan más y más necesidades; esto, en última instancia, conduce al total descontento y, en algunos casos, al suicidio. Sin embargo, las familias, los grupos religiosos y las entidades políticas fuertemente integradas, actúan como agente de la conciencia colectiva y, con ello, evitan tendencias suicidas.

- Suicidio altruista.

El segundo tipo de suicidio analizado por Durkheim fue el suicidio altruista. Mientras el suicidio egoísta se lleva a cabo cuando la integración es demasiado débil, es más probable que se realice el suicidio altruista cuando la integración social es demasiado fuerte, y el individuo se ve literalmente obligado a suicidarse.

Durkheim creía que las corrientes de melancolía eran la causa de las altas tasas de suicidio altruista. Mientras las altas tasas de suicidio egoísta se debían a un agotamiento irremediable y a una profunda depresión, en cambio, la probabilidad de que aumente el suicidio altruista nace de la esperanza, porque depende de una creencia profunda en una vida más plena luego de la muerte, dirá Durkheim.

- Suicidio anómico.

Es el principal tipo de suicidio para Durkheim, su probabilidad de ocurrir aumenta cuando dejan de actuar las fuerzas reguladoras de la sociedad. Esta interrupción suele crear insatisfacción en los individuos, sus pasiones apenas están controladas, y son libres de iniciar una salvaje persecución del placer. Las tasas de suicidio anómico aumentan igualmente cuando la naturaleza de la interrupción es positiva (por ejemplo, un crecimiento económico súbito) o negativo (una depresión económica). Cualquier tipo de integración hace que la colectividad sea temporalmente incapaz de ejercer su autoridad sobre los individuos.

Estos cambios ponen a las personas en situaciones en las que ya no se observan las viejas normas y otras nuevas comienzan a desplegarse. Los periodos de interrupción liberan corrientes de anomia -actitudes desarraigadas y desreguladas- y estas corrientes conducen a un aumento de las tasas de suicidio anómico.

- Suicidio fatalista.

Mientras el suicidio anómico es más probable que ocurra cuando la regulación es demasiado débil, el suicidio fatalista sucede cuando la regulación es demasiado excesiva. Durkheim describe a aquellos que era más probable que cometieran este tipo de suicidio como personas cuyo futuro está implacablemente determinado, cuyas pasiones están violentamente comprimidas por una disciplina opresiva. El ejemplo clásico de este suicidio es el suicidio del esclavo, que se quita la vida debido a la desesperación que le provoca la reglamentación opresiva de todas sus acciones.

Para Emilio Durkheim la sociología y las ciencias sociales, en general, deben adscribirse al proyecto positivista, buscando la generación de conocimiento, que luego se constituya en sentido común. Bajo la inspiración positivista desarrolla las reglas del método sociológico, en el cual plantea, básicamente, lo siguiente:

a.- Descartar sistemáticamente las prenociones. Para Durkheim la ciencia exige reflexión crítica y metódica de lo que aparece. En particular la sociología debe abstenerse de recurrir a conceptos elaborados fuera de la ciencia y evitar la intromisión de las creencias religiosas, políticas, morales en el proceso de generación de conocimiento.

b.- La ignorancia metódica. En el ejercicio de hacer ciencia de los hechos sociales, éstos deben ser enfrentados como cosas, como fenómenos desconocidos, ignorados y no dejarse engañar por la ilusión del saber cotidiano, propio del sentido común.

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